El caso que esta conmocionando a la sociedad argentina, involucra la identificación del cuerpo de un adolescente en el patio de la casa en la que vivió Gustavo Cerati en el barrio de Coghlan. Diego Fernández, de 16 años, quien había desaparecido hace casi cuatro décadas. La identificación fue posible gracias al excepcional trabajo del Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF), poniendo fin a años de incertidumbre para su familia.
La confesión del hermano de Diego Fernández, el joven que estuvo enterrado 40 años al lado de donde vivió Gustavo CeratiEsta noticia, que surgió a raíz de la demolición de una antigua propiedad, interrumpe cuarenta años de dolor y búsqueda incesante para la familia Fernández, quienes siempre mantuvieron la esperanza de hallar a Diego. Desde su desaparición en 1984, la familia enfrentó la indiferencia inicial de las autoridades, en un contexto histórico complejo para Argentina. Ahora, con la confirmación de la identidad, se abre un nuevo y doloroso capítulo en esta historia, centrado en descubrir la verdad detrás de su muerte. Parte de eso, se investigaron cómo fueron las ultimas horas con vida del joven.
Cómo fueron las últimas horas de Diego Fernández
La última vez que se vio a Diego, de tan solo 16 años, fue la tarde del 26 de julio de 1984. El joven, que residía a solo seis cuadras del lugar de su trágico hallazgo, era conocido por su dedicación al fútbol en el Club Excursionistas y por asistir a la Escuela Nacional de Educación Técnica (ENET) N° 36. Aquel día, Diego había almorzado con su madre y le comunicó que se dirigía a la casa de un amigo, pidiendo dinero para el colectivo, antes de desaparecer sin dejar rastro. Lamentablemente, los intentos iniciales de su familia por denunciar su ausencia fueron desestimados por la policía, quienes sugirieron que simplemente se había ido con alguna chica.
El cuerpo de Diego fue encontrado enterrado en la propiedad ubicada en Avenida Congreso 3742, donde Gustavo Cerati residió entre 2002 y 2003, durante una obra de demolición que buscaba modernizar la zona. El Equipo Argentino de Antropología Forense logró la identificación combinando un enfoque técnico-experimental con la lógica intelectual, analizando 150 huesos y elementos clave como un cráneo, un fémur, una cadera y pies.
Entre los objetos hallados junto a los restos se encontraban una moneda japonesa de cinco yenes (usada como amuleto), un llavero flotante naranja, un corbatín azul colegial y un reloj Casio japonés calculadora, que databa de principios de los 80, elementos que ayudaron a contextualizar su identidad.
Claves de la investigación y un nuevo sospechoso de la muerte de Diego Fernández
La autopsia forense reveló que Diego Fernández sufrió una puñalada mortal a la altura de las costillas izquierdas, confirmando que su deceso fue producto de un homicidio violento. Pese a esta crucial determinación, la reconstrucción del móvil del crimen y las circunstancias exactas de su muerte siguen siendo un enigma, un rompecabezas con piezas faltantes que desafía la investigación después de tantos años.
Aunque la causa está legalmente prescripta, impidiendo la imputación de un delito de homicidio, la familia y el Ministerio Público Fiscal tienen la opción de iniciar un "crimen por la verdad" para esclarecer los hechos. En las últimas horas, un testigo clave ha proporcionado un giro significativo, señalando a Cristian Graf, un excompañero de colegio de Diego y actual propietario de la casa donde fue hallado el cuerpo, como un posible sospechoso.
El padre de difunto adolescente, Juan Benigno Fernández, falleció en un accidente de tránsito en 1991 mientras lo buscaba incansablemente, convencido de que su hijo había sido secuestrado por una secta. La desaparición de Diego se dio en un período particularmente delicado en Argentina, en los primeros años de la democracia y cercana a la dictadura militar, cuando miles de personas estaban desaparecidas, lo que complicó enormemente las investigaciones de la época.